domingo 28 de septiembre de 2025 - Edición Nº746

Nacionales | 28 sep 2025

"Pequeño J" hoy en fuga, su pasapor

La sórdida historia detrás del triple crimen

Identificado como Tony Janzen Valverde Victoriano, encontraron uno de sus escondites donde tenía una Glock calibre 40 y recibos de transferencias a Perú.


Los investigadores del triple crimen de Brenda, Morena y Lara allanaron en la noche del viernes la vivienda de una mujer que suele albergar a Pequeño Jota, Tony Janzen Valverde Victoriano, y encontraron allí su pistola, una Glock calibre 40; un pasaporte nuevo del narco, recibos de transferencias a Perú por cientos de miles de dólares y un esquema de recaudación armado a través de Mercado Pago.

 

La hipótesis es que Pequeño Jota está huyendo, posiblemente asentado en una estructura que tiene en Jujuy y tal vez camino de regreso a Perú. Más allá de ese individuo, la organización que controla la cocaína en el sur de la Ciudad de Buenos Aires fue manejada durante años por sujetos vinculados a Sendero Luminoso -el hermano del narco más conocido, Marcos Estrada, era dirigente de Sendero- y también por los militares que supuestamente los combatían.

 

Se dice que Valverde es sobrino de Estrada y primo de quien heredó el poder y lo llamaban Dumbo. El joven de 23 años parece que quiere -o quiso- quedarse con lo que decía "era de nuestra familia”. Toda la trama del sur de CABA fue encubierta por policías federales y de la Ciudad, que amortiguaron hechos bastante parecidos al que sufrieron Brenda, Morena y Lara, sólo que los cuerpos, a veces descuartizados, se enviaban a distintos hospitales para que no hubiera tanto “ruido”: como si las muertes fueran obra de distintos individuos. La ministra Patricia Bullrich se viene haciendo la distraída con el caso del triple crimen desde el primer día, como si no tuviera relación con el ingreso y el manejo de drogas en el país. Está claro que Bullrich concentra a los gendarmes en la represión de los jubilados y abandona la difícil tarea de custodiar las fronteras y frenar los vuelos que proveen al clan peruano de la droga.

 
 

Lo que se sabe

También este viernes declaró ante el fiscal Adrián Arribas el conductor de una aplicación, quien contó que hizo un viaje desde la casa de Florencio Varela, en la que masacraron a las chicas, hacia otra vivienda cercana, llevando dos personas que estaban visiblemente embarradas. Cuando fueron a buscar a esos sujetos, descubrieron la pala con la que se cavó el pozo en el que enterraron los cuerpos de las chicas. Los poceros estuvieron en la casa de Varela el viernes. Significa que el crimen estaba planeado de antemano, porque Brenda, Morena y Lara recién llegaron al lugar a la medianoche.

 

La grabación en video y transmitida a los otros integrantes de la banda fue hecha por Miguel Angel Villanueva Silva, el hombre detenido con su pareja en un hotel alojamiento y quien mandó a limpiar la casa de Florencio Varela. Villanueva Silva es del mismo pueblo que Pequeño Jota y admitió que él no sólo fue testigo presencial de la masacre, sino que hizo la grabación vista por -según su versión- unos 45 integrantes de la banda.

 

Esos elementos son la base en que se sustenta la hipótesis del fiscal Arribas y los investigadores de la Policía Bonaerense: una de las chicas se quedó con dinero o droga -en la grabación, el narco no dijo qué fue lo que supuestamente le robaron- y lo que se armó fue una venganza, planificada. La camioneta en que pasaron a buscar a Brenda, Morena y Lara fue robada para que no la identifiquen y el pozo se hizo con antelación.

 

Noticias de los prófugos

En realidad, la ministra Patricia Bullrich trató de reubicarse este viernes señalando que gracias a su acción fue detenido en Villazón, Bolivia, Lázaro Víctor Sotacuro. En la causa judicial, el sujeto no figura ni era buscado, aunque en el comunicado oficial lo señalan como la persona que manejó la camioneta blanca en la que buscaron a las chicas. De todas maneras, el fiscal Arribas lo escuchará, seguramente en el día de mañana.

En principio, la búsqueda se centra en Pequeño Jota, en su mano derecha, Matías Agustín Ozorio y en al menos dos sicarios que asesinaron a las jóvenes en la casa de Florencio Varela: la idea es que fueron un hombre y una mujer. Podría haber más, indudablemente.

 

¿Una organización internacional?

Para quienes investigan el triple femicidio, ni Pequeño Jota ni Ozorio, conformaban una gran organización, menos todavía internacional. Se trata de un grupo de marginales, que pelean por el menudeo en la zona sur de la ciudad. De hecho, en ninguno de los dos barrios, 1-11-14 y Zavaleta, se los conoce vastamente. Hace un año, la banda la conformaban Pequeño J y siete u ocho individuos más. Empezaron a secuestrar hijos e hijas de otros narcos; a quedarse con casas y a imponerse buscando la "herencia" de los que fueron los principales jefes de la zona, Marcos y Dumbo. Se dice que Valverde es sobrino de Marcos y primo de Dumbo. Pero su protagonismo es reciente, de hace pocos meses. De hecho, la comunidad peruana no sabe quiénes son. Tampoco figuran con antecedentes ni eran sujetos buscados, lo que habla de complicidad con las fuerzas policiales.

 

Quien mejor investigó a los clanes de la cocaína en el área fue la fiscal Mónica Cuñarro, la primera que empezó a unir las muertes que iban apareciendo alrededor de esos barrios. Según descubrió Cuñarro, los policías federales, primero, y los de la Ciudad, después, distribuían las apariciones de personas torturadas, quemadas vivas e incluso descuartizadas en distintos hospitales, para tapar la existencia de bandas violentas de narcos. Según la fiscal, los métodos los impusieron los que llegaron después del declive de Sendero Luminoso en Perú, aunque hubo casos parecidos al de las chicas en la guerra entre el Primer Comando Capital y el Comando Vermelho en Brasil. Y, obviamente, el modelo más feroz es el de México, pegado a la frontera con EE.UU.

 

Como se sabe, la producción de cocaína se centra en Perú, Bolivia y Colombia, aunque en los últimos años creció el papel de Ecuador y, consecuentemente, la violencia narco en ese país. Lo que se comercializa en los barrios 1-11-14 y Zavaleta proviene de Perú, pero llega por Bolivia y en avionetas. Bullrich se hizo la distraída de esa situación, desde que se encontraron los cuerpos de las chicas. Le resulta difícil explicar cómo es que destina centenares y centenares de gendarmes a pegarle a los jubilados todos los miércoles, en lugar de concentrarlos en las fronteras y en la batalla contra los narcos. Tampoco se percibe ofensiva alguna respecto del lavado de dinero, la clave de las claves. En la documentación encontrada en casa de la chica que solía darle techo a Valverde hay numerosas transferencias por Western Union a Perú y el uso de una billetera como Mercado Pago para hacer cobranzas. Cuando se publicó que el vivo se había hecho por Instagram o Tik Tok, ambas plataformas se quejaron, pero las autoridades les señalaron que hay escasos controles: aparecen chicos con armas de manera cotidiana. 

 

La catástrofe social

 

Por supuesto que las víctimas son siempre las mismas: chicas y chicos jóvenes, en situación de catástrofe económica familiar y sin ninguna asistencia ante la crisis. La caída de la construcción y el comercio impacta de manera decisiva en las familias de esos barrios.

 

Hace un año, el dirigente social Pitu Salvatierra denunció que había tres comedores, justo allí, en 1-11-14 y Zavaleta, que dejaron de ser provistos por el estado y empezaban a recibir los alimentos de grupitos narcos que también aparecieron como prestamistas, incluso en algunos casos sin cobrar intereses. Y en ese marco, las chicas también sufren el poder narco. Empiezan vendiendo contenidos eróticos, luego recurren a la prostitución y, como es evidente, quienes manejan dinero para pagarles no son albañiles o pintores, sino esos jefes narcos o algunos de sus soldados. 

 

De ahí al drama, hubo un solo paso. El triple crimen de Morena, Brenda y Lara expresa una sórdida realidad. 

 

 

 

 

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