En el estallido final, cuando vuelan papelitos y luces y fuegos y el griterío de 35 mil personas es ensordecedor, el campo repleto hecho un terremoto que remueve las tribunas del estadio Arquitecto Ricardo Etcheverri, resulta tentador volver al remanido término de consagración. Pero eso resulta injusto para Miranda!: cuando una banda con un cuarto de siglo de actividad ya tiene colocado un buen paquete de hits en un par de generaciones, todo lo demás es una cuestión numérica.
En ese sentido, sí, Ale Sergi y Juliana Gattas pueden inflar el pecho: tres estadios de Ferro (el sábado 22 y domingo 23, con repetición el próximo 20 de diciembre) alimentan una estadística que habilita los lugares comunes. La cuestión es entonces el cómo, y el por qué, y el significado.
El dúo encarna la actualización de una tradición argentina que, más allá de pioneros como Los Encargados, encuentra su mejor raíz en Relax, el disco con el que en 1984 Virus giró de la new wave al tecnopop. En 2023, Hotel Miranda! unió las puntas, al reunir a artistas tan disímiles como Ca7riel y Andrés Calamaro, Lali, Chano, Bandalos Chinos y María Becerra para recorrer algunas de esas canciones que hoy llevan a tres canchas de fútbol. En mayo de este año, Nuevo Hotel Miranda! sumó aún más nombres (Tini, Conociendo Rusia, Nicki Nicole, Fito Páez, Abraham Mateo, Vicentico) y cimentó su desprejuicio al recurrir a Pimpinela para versionar “Por ese hombre”. Más que “hotel”, la propuesta de Miranda! debe entenderse como un palacio pop de múltiples habitaciones y pasillos.
Lo palaciego, además, es aplicable a la propuesta integral. En tiempos casi obligatoriamente instagrameables, lo de Miranda! se erige más como espectáculo que como recital. Hay una decisión consciente de darle protagonismo a una puesta visualmente impactante: las pantallas hacen del tablado una gran y coherente escenografía en la que hay lugar para el hotel, el espacio o un videojuego 8-bits; hay múltiples, coloridos, estrambóticos vestuarios, y un personal que integra a 16 extraordinarios bailarines y sólo dos instrumentistas en escena (aunque bien visibles, colgados allá arriba), la baterista Ludo Morell y el guitarrista Gabriel Lucena. Las prioridades están claras.
¿Le importa eso demasiado a la multitud que en ese final apoteósico se desgañita con “Don”, el hitazo original? Por supuesto que no. Porque al cabo, el núcleo, sostén y principal razón de Miranda! son ellos dos. Sergi y Gattas son dos performers consumados. Hacen de sus gancherísimas melodías un juego encantador, cantan afiladísimos y afinadísimos, actúan sus románticas letras entre ellos, hacia el público y con el cuerpo de baile. Si existe algo así como un Manual del Pop, lo conocen de cabo a rabo y lo llevan al acto. Sin fisuras, con eficiencia, con ese carisma de quien mueve multitudes con un gesto y un evidente disfrute que contagia.
Así, la lista que inicia puntualmente con “Ritmo y decepción” (de Magistral, cuando aún eran cuarteto con Lolo y Monoto Grimaldi) va desplegando lo que indefectiblemente se convierte en fiesta popular. Habrá momentos relajados como la preciosa “Uno los dos” -con Emilia Mernes en la pantalla- o “Plutón”, pero todo se mueve (literalmente) con pasajes como “Me gusta”, la onda cincuentera de “Lo que siento por ti” y la andanada final que encadena “Me gustas tanto” y los tanques “Ya lo sabía”, “Mentía”, “Fantasmas” y “Enamorada”.
Pero lo que lleva las cosas al punto de erupción volcánica, que hace llenar los privilegiados balcones de edificios cercanos, es la aparición de la uno. Bastó que se entreviera la figura de Lali Espósito de ajustado negro para que todo Caballito temblara, la demostración del lugar que ocupa hoy la artista que comparte con los Miranda! una amistad mucho más allá del estudio de La Voz Argentina. Sin desmerecer el antes y el después, la performance del trío en “Mejor que vos” y “Yo te diré” marcó la cumbre de la fiesta, el impactante espectáculo de un terreno de juego convertido en hormiguero de cuerpos en éxtasis.
“Gracias por acompañarnos todo este tiempo, bienvenidos los nuevos”, articularon emocionados en el final, y la frase sirvió como reflejo de la noche y a la vez justa apreciación histórica. El pop argentino del siglo XXI tiene en Miranda! a protagonistas y referentes ineludibles: tres estadios llenos dejan la evidencia de que el gran palacio puede seguir sumando elegantes, refinadas, relucientes habitaciones.