

Desde que era muy chiquita ya tenía claro a lo que se dedicaría toda la vida. Le encantaba enseñar, contar cuentos, jugar a lo títeres y acompañar. Noelia Garella sabía que quería ser maestra jardinera, la primera maestra jardinera con síndrome de Down en Argentina y una de las pocas en el mundo. Y, a pesar de los prejuicios que escuchó al comienzo de esa búsqueda, finalmente lo logró, con resiliencia, estudio y mucho amor por su profesión.
“Cuando iba al jardín, yo les enseñaba, les daba clases a mis propios compañeritos, y hacía títeres. También le daba clases a mi hermana Romina, que es más chica, de 36 años. Yo le enseñaba a ella y ella me enseñaba a mí”, contó Noelia en diálogo con MDZ, y agregó: “Yo ahora soy maestra jardinera y ella es profesora de educación física”.
Noelia es cordobesa, tiene 38 años y, además de maestra jardinera, es instructora de natación. Eso sí, practica ese deporte, como también el nado en aguas abiertas de las Sierras de Córdoba, como un hobby. Actualmente da clases en el Jardín Maternal Capullitos en la capital cordobesa, y está a cargo de más de 150 alumnos desde el primer añito hasta los cinco.
Hizo la primaria y secundaria acompañada por una docente psicopedagoga. Al terminar, le dijo a todo el mundo que quería ser maestra jardinera, pero que la docente que la había guiado por tantos años no podría hacerlo más en la institución donde cursaría el profesorado. Sus padres, Mercedes y Délfor, la apoyaron en su idea de seguir adelante con sus estudios sola, sin acompañante.
Tras su formación, Noelia no permitió que le observaran el título sólo por su condición, lo que le permitió trabajar al recibirse. La mayoría de las personas con síndrome de Down, u otras discapacidades, que estudian este tipo de carreras no consiguen trabajo debido a la observación del título, a pesar de que son tan responsables y capaces de enseñar a niños como cualquier otro.
“Yo me recibí en el 2007, y empecé a ejercer en el 2012, hace 12 años”, contó la maestra jardinera que representa al país en otros lugares del mundo. Pasaron cinco años desde que consiguió su anhelado título hasta empezar a ejercer de manera profesional. “Antes del 2012, yo iba al Centro Odontológico Municipal cuando mi mamá trabajaba. Yo hacía muñequitos de goma Eva y acompañaba las campañas de salud bucal. Iba todos los jardines, a todas las escuelas, dando clases y les daba los muñequitos, les contaba cuentos, hacía títeres para que los chicos no lloren cuando les veían la boca”, relató Noelia.
En una de esas campañas de salud bucal, Noelia llegó al Jardín Maternal Capullitos, donde la recibirían con los brazos abiertos al notar todo su potencial y las ganas que tenía de enseñar. “Ahí me conoció la directora, mis compañeras y los vecinos. Los centros vecinales pidieron, por nota, al intendente anterior, Ramón Javier Mestre, que me nombraran a mí especialmente como maestra en el Jardín Capullitos”, afirmó con entusiasmo la profesional.
Así se convirtió en la primera maestra jardinera del país, por lo que empezó a recibir reconocimientos y premios en distintas ciudades argentinas, como del mundo. En 2012 la nombraron Joven sobresaliente de la República Argentina y de la provincia de Córdoba; estuvo en la lista de los Cordobeses del año. Un año más tarde, obtuvo el premio Rosa de Plata a la mujer trabajadora del país por la Asociación del Personal Legislativo del Congreso de la Nación. Y, más tarde, llegaron los viajes. Fue enviada especial a España, en el marco de la Jornada de Apoyo a padres, familiares y profesionales de personas con capacidades especiales en la Fundación Molokai. Y, en Quito, Ecuador, recibió el premio Iberoamericano a la Excelencia Educativa, de parte de la Fundación FIDAL.
“He ido a Ecuador. Me pagaron todo el viaje con mi familia, mi mamá, mi papá, mi hermana y yo. Fui a España y México, y también a Mendoza”, evocó Garella, quien todavía sueña con conocer Disney con toda su familia, tal como lo había anunciado en el programa “¿Quién quiere ser millonario?”, cuatro años atrás. En ese entonces, Noelia viajó a Buenos Aires a participar del concurso con el deseo de conocer al conductor, Santiago del Moro, al Oráculo y ganar un premio para conocer Disney y ayudar a una amiga.
Respondió correctamente a la pregunta de “¿Cuál de las siguientes opciones corresponde a una de las máximas que San Martín redactó para su hija Mercedes?”, al decir: “Dulzura con los criados, pobres y viejos”. Fue así que recibió el premio de $180.000 que destinó para que su amiga le comprara los medicamentos a su sobrino de corazón, que sufre de parálisis cerebral. “Yo le di la plata a ella para que le compara los medicamentos de él. No pude viajar a Disney, pero algún día lo voy a hacer”, aseveró Noelia y recordó su paso por el show televisivo: “Me encantó. Lo conocí a Santi del Moro y al Oráculo, que era José María Bordone, un señor que tenía los 90 años”. Pero no todo fue perfecto en su historia. También tuvo que remarla y luchar contra los prejuicios y la discriminación escolar. “En la escuela cuando era más chica, me juntaba con varones porque mis compañeras mujeres me discriminaban a mí. Los médicos, cuando nací dijeron que no era bebé. Quise ir a otro jardín, y una directora de uno de los jardines también me discriminaba, y decía que ‘no recibían monstruos’”, declaró la joven que, a pesar de todo eso, logró su cometido: “Yo lo logré. Es como la canción de Jorge Rojas, ‘La vida’, que dice hay que remarla, hay que seguir”.
En cambio, los padres de sus estudiantes, como los propios niños, la recibieron con mucho cariño. Con algunos alumnos, siguió manteniendo el contacto luego de que avanzaran de año, ya que se el cariño siguió intacto. “Sigo hablando con algunos alumnos como Julieta, ahijada mía. Los padres me eligieron para ser su madrina en su bautismo. También está Lourdes, que fue alumna mía y los padres son excelentes. También voy a verlos a algunos cumpleaños. Camila va a segundo grado, ya está más grandecita, pero siempre me llaman. Yo les mando un audio para saber cómo andan”, destacó la maestra.
Asimismo, Noelia -quien recibió ese nombre por la canción de Nino Bravo- inspira a muchas personas con síndrome de Down para seguir sus sueños, sin escuchar las opiniones negativas de la gente: “Quiero que los chicos con discapacidades sigan adelante, que sigan remando, que trabajen, que estudien”. La discapacidad no representa un impedimento cuando de educar y dar amor se trata. Ella asegura que “para ser maestra jardinera hay que ser como una segunda madre. Hay que darles de comer, darle mucho amor. Yo hacía teatro así que les leo un montón de cuentos, me disfrazo, hago distintas canciones. La verdad es una experiencia linda y buena”.
Noelia cumplió su sueño de toda la vida al ejercer la profesión con mucho profesionalismo y vocación, pero lo cierto es que no deja de soñar con metas más grandes, sabiendo que es invencible cuando se propone algo. “Tengo un montón de sueños. Sería una bailarina de ballet clásico. Y quiero formar una familia. Por supuesto que falta el chico. Es difícil conseguir eso”, expresó con esperanza la joven cordobesa, que previamente había estado de novia por cinco años, y que ahora desea formar su propia familia.