jueves 24 de abril de 2025 - Edición Nº589

Internacionales | 22 abr 2025

VATICANO

Francisco revoluciona los funerales papales: del lujo imperial a la humildad pastoral

El Papa que transformó el Vaticano también cambió su despedida final: nuevos ritos, un solo ataúd y entierro fuera de San Pedro.


El Papa Francisco, fallecido en Roma a los 88 años, dejó un legado que trasciende su pontificado. No solo fue el primer Papa americano y jesuita, sino que también rediseñó la forma en que la Iglesia Católica despide a sus líderes. Con nuevas directrices aprobadas en abril de 2024 en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, Francisco marcó un antes y un después en los funerales papales, eliminando elementos de ostentación y enfatizando la humildad cristiana.

Eliminación del protocolo imperial: menos simbolismo, más espiritualidad 

Tradicionalmente, los Papas eran sepultados en tres ataúdes —de ciprés, plomo y roble— como símbolo de protección y jerarquía. Francisco rompió con esta práctica, optando por un único ataúd de madera revestido de zinc, sencillo y sin decoraciones, en línea con su visión de una Iglesia “pobre y para los pobres”.

Además, se modificó el protocolo de las “tres estaciones” del funeral papal. La primera estación, que incluye la constatación oficial de la muerte, se realizó en una capilla privada y no en el apartamento papal del Vaticano, reflejando la residencia habitual de Francisco en Santa Marta. El rito tradicional del martillo fue conservado, pero sin el simbolismo de un emperador, y el cuerpo fue colocado inmediatamente en su ataúd.

Sin catafalco ni báculo: una despedida más cercana a los fieles

Durante la segunda estación, que contempla la exposición del cuerpo, se eliminaron el catafalco de terciopelo y el báculo papal. El cuerpo fue presentado directamente en el ataúd, accesible a los fieles en la Basílica de San Pedro. Esta exposición, que duró tres días, culminó con la misa exequial, iniciando así los tradicionales nueve días de luto, conocidos como novendiales.

Una última voluntad: ser enterrado en Santa María la Mayor

En un gesto sin precedentes desde el siglo XX, Francisco pidió ser sepultado fuera de la Basílica de San Pedro. Eligió la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, lugar al que acudía a rezar antes y después de sus viajes apostólicos. En su testamento, solicitó un sepulcro en tierra, sencillo y con una única inscripción: Franciscus.

 

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