

En octubre, Catamarca no solo elegirá legisladores: elegirá también quién será la verdadera oposición para los próximos años. Mientras el oficialismo llega consolidado, el verdadero duelo se dará entre dos fuerzas que aún no logran acomodarse tras el terremoto electoral de 2023: el viejo Juntos por el Cambio y la emergente, aunque fracturada, Libertad Avanza.
El escenario está lejos de estar claro. Si bien los libertarios sorprendieron el año pasado alcanzando el segundo lugar en las generales y arrasando en el balotaje nacional, en Catamarca el empate técnico con Juntos por el Cambio (apenas un punto de diferencia) dejó a ambos espacios atrapados en una disputa que sigue abierta. Hoy, ambos llegan debilitados.
Por un lado, Juntos por el Cambio ya no es tal. Sus partes se miran con desconfianza y desinterés. La UCR intenta sobrevivir con internas cada vez más crudas, mientras el PRO y la Coalición Cívica evalúan opciones sin demasiadas ganas de reconstruir la alianza que alguna vez los llevó al poder en varias provincias. El sello ya no enamora ni unifica. La pulseada dentro del radicalismo local será clave: si logran ordenar las candidaturas, podrían mantener su peso territorial; si no, octubre puede significar su acta de defunción política como fuerza opositora.
Del otro lado, La Libertad Avanza tampoco llega en su mejor forma. Aunque ganó centralidad nacional, en Catamarca sufrió una sangría de nombres y sellos. Se fue el MID, se distanció José Jalil Colomé (que ya construye por fuera con el Partido Libertario) y hasta Javier Galán amenaza con ser candidato algo insólito. En el medio, el espacio quedó en manos de dirigentes como Federico Lencina, Adrián Brizuela y Myrian Juárez, con línea directa a Karina Milei y Martín Menem. Pero la conexión con la cúpula no alcanza si el armado local se desintegra.
El dato central es que un tercio de las bancas que se renuevan en estas elecciones corresponde a lo que fue Juntos por el Cambio. El riesgo es que, si no hay una estrategia clara, esa representación termine licuada entre internas sin sentido y listas testimoniales.
En esta batalla opositora, octubre será una prueba de fuego. Quien logre ordenar su casa, retener dirigentes y mostrarse competitivo, ganará no solo escaños sino también el título de “principal opositor” de cara a 2027. Porque, aunque parezca lejano, en tres años Catamarca elegirá gobernador. Y la oposición que no logre posicionarse hoy, difícilmente podrá discutir el poder real mañana.
Mientras el oficialismo camina con estructura y estrategia, la oposición catamarqueña sigue enredada en egos, traiciones y sellos vacíos. Se pelean por quién lidera lo que ya ni siquiera es una tropa. No discuten ideas ni proyectos: discuten cargos y espacios de poder que ni siquiera tienen asegurados.
Juntos por el Cambio parece un cascarón vacío que no entiende que su ciclo terminó. Y La Libertad Avanza, que vino a romperlo todo, ya se rompió a sí misma antes de empezar.