jueves 31 de julio de 2025 - Edición Nº687

Política | 30 jul 2025

#OjoDespierto

Un radicalismo cada vez más chico… y cada vez más lejos del interior

El editorial de Catamarca Despierta



 

Otra vez, el radicalismo catamarqueño deja al descubierto su peor cara: la de un partido cerrado, egoísta, manejado por unos pocos que se reparten cargos mientras el interior queda, una vez más, afuera. La interna prevista para este domingo no solo es inoportuna —como bien señala el intendente de Ancasti, Rodolfo Santillán—, sino que expone sin maquillaje la desconexión total de la cúpula radical con la realidad de los departamentos más alejados del Valle Central.

 

¿A quién le importan estas internas? A nadie, salvo a ese “minúsculo grupo” que Santillán menciona. Mientras la gente espera respuestas, caminos, obras y gestión, ellos se entretienen en disputas vacías, diseñadas más por vanidad que por vocación. Santillán fue claro: no están ni los votos impresos. ¿Improvisación o desinterés? Tal vez las dos cosas.

 

La denuncia es gravísima: los intendentes del interior se sienten solos. No tienen legisladores que los representen, no hay quien pelee por sus obras, ni quien gestione por sus vecinos. Todo queda en manos de un radicalismo capitalino, encerrado en sus internas, ciego al resto de la provincia. ¿Dónde están los supuestos dirigentes del “partido centenario”? ¿Acaso se olvidaron que Catamarca no termina en la plaza 25 de Mayo?

 

Carlos Marsilli es el único legislador radical que no es del Valle Central. El único. El resto desconoce lo que pasa en el interior profundo. No lo suponen, no lo imaginan: lo ignoran. Mientras tanto, los intendentes rurales, los que sí caminan el barro, los que lidian con las urgencias diarias de sus pueblos, siguen esperando que alguien los escuche.

 

El radicalismo catamarqueño está cada vez más reducido a una elite que se mira el ombligo. Un partido que fue grande cuando pensaba en todos, hoy se achica en peleas internas sin sentido. Y si sigue así, terminará convertido en una anécdota. Porque como dijo Santillán, esto no tiene justificación. Ni política, ni moral.

 

La UCR está dejando morir sus banderas en silencio… y en soledad.


Mientras tanto, el interior grita. Pero parece que ya nadie lo escucha.

 

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias