Sociedad | 29 dic 2024
Una efeméride de domingo
Cuando llegaron los platos voladores
¿Te acordás de esto?
Los astrónomos afirman que el Universo es la unidad que comprende todo lo que
existe. El ser humano representa la cumbre de la evolución biológica terrestre,
pero la Tierra es tan sólo un planeta más en el Cosmos. Se calcula que podrían
existir más de cuarenta mil millones de cuerpos similares al nuestro en la Vía
Láctea.
Mientras tanto aquí abajo, los humanos enlazamos nuestras creencias más
íntimas con ese manto oscuro e inabarcable que nos rodea. Estamos hechos de
carne y hueso, pero también de temores que confluyen con dogmas religiosos,
leyes naturales y postulados científicos.
En este hermoso rincón del Cono Sur, lejos de la tecnología de punta de las
principales potencias mundiales, desde muchos años atrás siempre hemos mirado
el cielo con cámaras rudimentarias y con telescopios armados en base a cursos
por correspondencia. Tanto la editorial Columba y las publicaciones de Dante
Quinterno (1909-2003) ofrecían en sus páginas avisos publicitarios fomentando la
cohetería y la “Astronáutica, profesión del Futuro”.
Eran tiempos volados.
Las primeras noticias acerca de avistamientos de naves atravesando los cielos de
nuestro territorio aparecieron a partir de 1947 y fue cuando el tema comenzó a
sobrevolar por las redacciones de los periódicos nacionales. Ante tamaño
desconcierto los medios gráficos trataron el tema en las secciones “breves” en las
que alternaban noticias de platos voladores y marcianos con otras primicias de
naturaleza insólita. En ese sentido, fueron pioneros los diarios El Laborista,
Democracia, El Líder, El Mundo, La Razón, Ultima Hora y Crónica
De esta manera, la cultura popular de la post guerra asistía en nuestro país a un
nuevo acontecimiento: los OVNI’s, el gran mito del siglo XX con el testimonio de
curiosos testigos oculares que brindaban su opinión acerca de la fugaz aparición
de objetos volantes en los cielos y también en desolados parajes de Argentina.
Resultaba evidente que la “soledad cósmica” en este punto del Cono Sur ya
dejaba de ser tan solitaria.
En la localidad de Maitén, en la provincia de Chubut, cuentan que el 20 de febrero
de 1948 una nave descendió y dejó pastizales quemados. Algo parecido sucedió
en los terrenos de la estancia “La Blanqueada” cerca del Lago Argentino. Lo
mismo que en Pajas Blancas, en Córdoba
Desde mediados de los años 40 y hasta los 80, paralelamente a la irrupción de los
relatos pertenecientes al género de Ciencia Ficción, los platos voladores y los
extraterrestres ocuparon las portadas de revistas de interés general como Vea y
Lea, Mundo Argentino, Leo Plan, Así y Careo.
El 10 de julio de 1947 en la intersección de las calles 25 y 56 muchos ciudadanos
platenses divisaron un objeto volador que mansamente sobrevoló la ciudad de
Dardo Rocha. En la actualidad, una placa “in situ” recuerda el episodio estelar.
Fue el diario El Laborista durante 1951 el que publicó una serie de notas basadas
en el libro del mayor Donald F. Keyhoe (1897-1988) militar norteamericano
retirado. Para tal aventura espacial contó con la apasionada colaboración del
periodista santafesino Américo Barrios (1911-1982) quien luego mantendría su
abnegada dedicación en el diario El Líder y posteriormente en Crónica durante la
oleada platillista del año 1968.
“Cinco marcianos con un solo ojo en medio de la frente” se pasearon por
Torren en la provincia de Corrientes una calurosa noche de febrero de 1965. Los
vecinos afirmaban que las fechas de Carnaval caían en marzo por lo que
dedujeron que los paseantes no eran vecinos disfrazados. Los curiosos foráneos
recorrieron el lugar y huyeron ante la posibilidad de ser atacados a punta de rifle.
A los fines de mantener con vida a los inoportunos visitantes estelares, los
habitantes de Torren debieron colocar un cartel como el que utilizó unos días
antes el sheriff del condado de Stauton en Virginia (EE.UU): “Prohibido cazar
marcianos”.
Resultaba llamativa la cantidad de noticias referidas a los platos voladores y a sus
ocupantes durante 1968. Un insólito hecho sucedió en Villa Carlos Paz, con visita
marciana incluida, en la recepción de un hotel de pasajeros. O la promesa, fallida
al fin, de un avistamiento en el Barrio Norte de Buenos Aires con fecha y hora
precisas, que desencantó a varios curiosos que infructuosamente los esperaron no
sin impaciencia en la esquina de Canning y avenida Santa Fe.
También el ingenio argentino afloró en muchos ciudadanos, como fue el caso de
un par de hermanos que ofrecían a la venta un “detector” de platos voladores. Al
respecto, la revista Primera Plana le dedicó una columna en vísperas de la
Navidad de 1968: “Queremos que cada argentino tenga en su casa un
detector de ovnis, así como todos tienen en sus hogares un aparato de
radio” declaraban sus diseñadores
Por esos tiempos en Mar del Plata, los que estaban pescando de noche en la
escollera del Cabo Corrientes se hicieron un festival con tantas luces
sobrevolando. El diario “La Capital” de aquella ciudad, con una extraordinaria
volanta, describió de esta forma al objeto volador: “Pasó la ‘palangana dada
vuelta’ y se cortó la energía”.
Eran tiempos en los cuales las revistas armaban mesas de debate en sus
redacciones a las que acudían investigadores aficionados, testigos de
avistamientos, sacerdotes, pilotos aeroespaciales y espiritistas Nunca se llegaba
a ninguna conclusión concreta, pero inferimos que las charlas habrán sido
deliciosas.
La televisión no fue ajena al fenómeno y los espacios religiosos no quisieron
perderle pisada. Un ejemplo fue el programa “El Evangelio y la actualidad” que iba
por el Canal 13 de Buenos Aires conducido por el Padre Héctor O. Oglietti.
Un libro recopiló sus mensajes: “Pildoras, ovnis y algo más”
Entre 1968 y 1969 Américo Barrios publicó semanalmente en Crónica una
destacada columna donde daba muestra de su interés y conocimiento acerca de
unos de los temas que más lo deslumbraba: la Vida Extraterrestre (el otro era su
apasionado fervor peronista).
Tanto los artículos periodísticos como sus micros de radio, hicieron de Américo
Barrios una figura no solamente respetada, sino querible por sus lectores y
oyentes. Hacia finales de 1978 dejó Crónica y ocupó la dirección del semanario
sensacionalista Flash hasta su fallecimiento en febrero de 1982. Este tabloide
publicaba todos los martes en su portada los distintos avistamientos de platos
voladores que se registraban desde muchos rincones del territorio nacional, en
medio de una parafernalia de noticias en multicolor de los sucesos más
extravagantes de la farándula argentina.
Es interesante detenerse en el impacto visual que lograba Flash (posteriormente
lo imitaron Semanario y Tal Cual). Desde su original recurso compositivo y
provocadores títulos, así como con sus portadas en colores brillantes, a partir de la
saturación y el contraste que generaban en el lector una voraz curiosidad.